Cuentan
que hace mucho, mucho tiempo, en el reino subterráneo donde no existe la
mentira ni el dolor, vivía una princesa que soñaba con el mundo de los humanos.
Soñaba con el cielo azul, la brisa suave y el brillante sol. Un día, burlando
toda vigilancia, la princesa escapó. Una vez en el exterior, la luz del sol la
cegó y borró de su memoria cualquier indicio del pasado. La princesa olvidó
quien era, de dónde venía. Su cuerpo sufrió frío, enfermedad y dolor. Y al correr
de los años, murió. Sin embargo, su padre, el rey, sabía que el alma de la
princesa regresaría, quizá en otro cuerpo, en otro tiempo y en otro lugar, y él
la esperaría hasta su último aliento, hasta que el mundo dejara de girar…
El
Laberinto del Fauno, Guillermo del Toro
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