jueves, 25 de abril de 2013

EL RELOJ PARADO A LAS SIETE - Jorge Bucay


En una de las paredes de mi cuarto hay colgado un hermoso reloj antiguo que ya no funciona. Sus manecillas detenidas casi desde siempre, señalan imperturbable la misma hora: las siete en punto.

Casi siempre el reloj es solo un inútil adorno sobre una blanca encina y vacía pared. Sin embargo hay dos momentos en el día, dos fugaces instantes en que el viejo reloj parece resurgir de sus cenizas como un ave fénix. Cuando todos los relojes en la ciudad en sus enloquecidos andares marcan las siete, y los Cucu y los Gongs de las maquinas, hacen sonar siete veces en su repetido canto, el viejo reloj de mi habitación parece cobrar vida.

Dos veces al día, por la mañana y por la noche, el reloj se siente en completa armonía con el resto del universo. Si alguien mirara el reloj, solamente en esos dos momentos, diría que funciona a la perfección, sin embargo, pasado ese instante, cuando los demás relojes callan sus cantos y las manecillas continúan su monótono camino, mi viejo reloj pierde su paso y permanece fiel a aquella hora, que alguna vez detuvo su andar.

Jorge Bucay

No hay comentarios:

Publicar un comentario