Hoy, en medio de la noche del mundo y de la esperanza
de la Buena Nueva, afirmo con audacia mi fe en el provenir de la humanidad. Me
niego a creer que las circunstancias actuales incapaciten al hombre para hacer
una tierra mejor. Me niego a compartir la opinión de quienes pretenden que el
hombre esté cautivo de las noches sin estrellas, del racismo, de la opresión,
de la guerra. Me niego a creer que la aurora radiante de la paz y de la
fraternidad, no podrá nunca llegar a ser realidad. Me atrevo a creer que un
día, todos los habitantes de la tierra podrán hacer tres comidas al día para
mantener la vida de su cuerpo, y que podrán recibir la educación y la cultura
necesarias para la salud de su espíritu, y la igualdad y la libertad para la
vida de su corazón. Creo igualmente que un día toda la humanidad reconocerá en
Dios a la fuente de su amor. Creo que este amor salvador y pacífico, será un
día la ley. Y el lobo y el cordero podrán descansar juntos, y todos los hombres
podrán sentarse bajo su higuera, en su viña… y nadie tendrá motivos para tener
miedo...
Martin Luther King
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