La creación parece surgir de la imperfección. Parece salir
de un esfuerzo y una frustración, y es ahí donde yo pienso que surge el
lenguaje. Sale a la luz desde nuestro deseo por trascender a nuestro propio
aislamiento y tener así alguna clase de conexión con los demás. Y al principio
el lenguaje debería haber sido algo simple, cuando sólo era utlizado como una
cuestión de superviviencia, como por ejemplo... el agua, debe habérsenos
ocurrido un sonido para identificar eso, o para expresar "¡Hey hay un
tigre con dientes de sable detrás de usted!", también debemos de haber
creado un sonido para ello. Pero cuando la cosa se pone realmente interesante,
pienso yo, es cuando usamos el mismo sistema de símbolos para comunicarnos
todas aquellas cosas abstractas e intangibles que experimentamos a diario. ¿Qué
es la frustración? ¿Qué es la rabia? ¿O qué es el amor? Cuando digo
"amor", el sonido de esa palabra sale de mi boca y se introduce en el
oído de la otra persona, viaja a través de este "conducto bizantino"
hasta su cerebro, hacia sus recuerdos del amor, o de la falta de éste, y
entonces registra lo que yo le estoy diciendo y dice: "Sí, entiendo",
pero ¿cómo sé exactamente y con seguridad que entiende? Las palabras son algo
inherte, son sólo símbolos; están muertas. ¿Me entiendes? Y así podemos seguir
con tantas otras de nuestras experiencias que son también intangibles. Tanto de
lo que percibimos no puede ser expresado; son simplemente cosas indescriptibles
e indecibles con palabras. Pero aún así nos comunicamos entre nosotros, y de
alguna forma sentimos que nos conectamos, y pensamos y sentimos que somos
comprendidos, yo pienso que cuando pasa eso y logramos esa conexión sentimos un
sensanción casi como de una comunión espiritual, y esa sensación puede hasta
ser pasajera, pero también pienso que es precisamente para eso que vivimos...
De la película "Despertando a la vida"
No hay comentarios:
Publicar un comentario