jueves, 28 de marzo de 2013

A ORILLAS DEL RÍO PIEDRAS ME SENTE Y LLORÉ - Paulo Coelho

Sólo entendemos del todo el milagro de la vida cuando dejamos que suceda lo inesperado. 

Todos los días Dios nos da, junto con el sol, un momento en el que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices. Todos los días tratamos de fingir que no percibimos ese momento, que ese momento no existe, que hoy es igual que ayer y será igual que mañana. Pero quien presta atención a su día, descubre el instante mágico. Puede estar escondido en la hora en que ponemos la llave en la cerradura por la mañana, en el instante de silencio después del almuerzo, en las mil y una cosas que nos parecen iguales. 

Ese momento existe: un momento en el que toda la fuerza de las estrellas pasa a través de nosotros y nos permite hacer milagros.

La felicidad es a veces una bendición, pero por lo general es una conquista. 

El instante mágico del día nos ayuda a cambiar, nos hace ir en busca de nuestros sueños. Vamos a sufrir, vamos a tener momentos difíciles, vamos a afrontar muchas desilusiones.... pero todo es pasajero y no deja marcas. Y en el futuro podemos mirar hacia atrás con orgullo y fe. 

Pobre del que tiene miedo de correr riesgos. Porque ese quizá no se decepcione nunca, ni tenga desilusiones, ni sufra como los que persiguen un sueño. Pero al mirar hacia atrás oirá que el corazón le dice: "¿Qué hiciste con los milagros que Dios sembró en tus días? ¿Qué hiciste con los talentos que tu maestro te confió? Los enterraste en el fondo de una cueva porque tenías miedo de perderlos. Entonces, ésta es tu herencia: la certeza de que has desperdiciado tu vida". 

¡Pobre de quien escucha estas palabras! Porque entonces creerá en milagros, pero los instantes mágicos de su vida ya habrán pasado... 

Paulo Coelho (Fragmento)

miércoles, 27 de marzo de 2013

CERRANDO CÍRCULOS

Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo... lo importante es poder cerrarlos y dejar ir momentos de la vida que se van terminando. ¿Terminó tu trabajo? ¿Se acabó tu relación? ¿Ya no vives más en esa casa? ¿Debes irte de viaje? Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente revolcándote en los por qué, en dar vuelta el cassette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito, porque en la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tus hermanos, todos y todas estamos encaminados hacia ir cerrando capítulos, ir dando vuelta la hoja, terminar con etapas o con momentos de la vida y a seguir adelante. 

No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió y hay que soltarlo, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! 

Por eso, a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos, y vender o regalar libros. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse.

En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que dar vuelta la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente… El pasado ya pasó. No esperes que te lo devuelvan, no esperes que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta de quién eres tú… Suelta el resentimiento. El prender "tu televisor personal" para darle y darle al asunto lo único que consigue es dañarte lentamente, envenenarte y amargarte. La vida es para adelante, nunca para atrás. Si andas por la vida dejando puertas abiertas por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir el hoy con satisfacción.

¿Noviazgos o amistades que no clausuran? ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?) ¿Necesidad de aclaraciones? ¿Palabras que no se dijeron? ¿Silencios que lo invadieron? Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo; si no, déjalos ir, cierra capítulos. Di a ti mismo que no, que no vuelven. Pero no por orgullo ni soberbia, sino porque tú ya no encajas allí, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa relación, en esa oficina, en ese trabajo. Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático.

Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida. Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada es vital para vivir porque cuando tú viniste a este mundo, llegaste sin ese adhesivo. Por lo tanto, es costumbre vivir pegado a él y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir. 

Es un proceso aprender a desprenderse y, humanamente, se puede lograr porque nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Por eso cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete, suéltate. Hay muchas palabras para significar "salud mental" y cualquiera que sea la que escojas, te ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad. ¡ÉSA ES LA VIDA! 

Desconozco su autor

sábado, 23 de marzo de 2013

ANÉCDOTA BRITISH AIRWAYS

El 14 de Octubre de 1998, en un vuelo transatlántico de la línea aérea British Airways, tuvo lugar el siguiente suceso: A una dama la sentaron en el avión al lado de un hombre de raza negra. La mujer pidió a la azafata que la cambiara de sitio porque no podía sentarse al lado de una persona tan desagradable.

La azafata argumentó que el vuelo estaba muy lleno, pero que iría a revisar a primera clase a ver por si acaso podría encontrar algún lugar libre. Todos los demás pasajeros observaron la escena con disgusto, no sólo por el hecho en sí, sino por la posibilidad de que hubiera un sitio para la mujer en primera clase.

La señora se sentía feliz y hasta triunfante porque la iban a quitar de ese sitio y ya no estaría cerca de aquella persona.

Minutos más tarde regresó la azafata y le informó a la señora: -Discúlpeme señora, efectivamente todo el vuelo está lleno pero encontré un lugar vacío en primera clase. De todas maneras, para poder hacer este tipo de cambios tuve que pedir autorización al capitán. Él me indicó que no se podía obligar a nadie a viajar al lado de una persona tan desagradable.

La señora con cara de triunfo, intentó salir de su asiento, pero la azafata en ese momento se dio vuelta y le dijo al hombre de raza negra: -¿Señor, sería usted tan amable de acompañarme a su nuevo asiento?

Desconozco su autor

"Las personas pueden olvidar lo que les dijiste, 
las personas pueden olvidar lo que les hiciste, 
pero nunca olvidarán cómo les hiciste sentir..."

miércoles, 20 de marzo de 2013

EL COLLAR DE PERLAS

El hombre estaba tras el mostrador mirando la calle distraídamente. De pronto una niñita se aproximó al negocio y apretó la naricita contra el vidrio de la vitrina. Los ojos del color del cielo brillaban cuando vio un collar. Entró al negocio y pidió ver el collar de turquesa azul: -Es para mi hermana. ¿Puede hacer un paquete bien bonito? -Dijo ella.

El dueño del negocio miró desconfiado a la niñita y le preguntó: -¿Cuánto dinero tienes?

Sin dudar, sacó del bolsillo de su ropa un pañuelo todo atadito y fue deshaciendo los nudos. Los colocó sobre el mostrador y dijo feliz: -¿Esto alcanza? Eran apenas algunas monedas las que exhibía orgullosa.

-¿Sabe?, quiero dar este regalo a mi hermana mayor. Desde que murió nuestra madre, ella cuida de nosotros y no tiene tiempo para ella. Es su cumpleaños y estoy segura que quedará feliz con el collar que es del color de sus ojos.

El hombre fue para la trastienda, colocó el collar en un estuche, lo envolvió con un vistoso papel rojo e hizo un trabajado lazo con una cinta verde: -Tome -dijo a la niña -Llévelo con cuidado. Ella salió feliz, corriendo y saltando calle abajo.

Aún no acababa el día cuando una linda joven entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el ya conocido envoltorio deshecho e indagó: -¿Este collar fue comprado aquí? ¿Cuánto costó?

-¡Ah! -habló el dueño del negocio. -El precio de cualquier producto de mi tienda es siempre un asunto confidencial entre el vendedor y el cliente.

La joven exclamó: -Pero mi hermana tenía solamente algunas monedas. Ella no tendría dinero para pagarlo.

El hombre tomó el estuche, rehizo el envoltorio con extremo cariño, colocó la cinta, lo devolvió a la joven y le dijo: -Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar: ELLA DIO TODO LO QUE TENÍA. 

Desconozco su autor

domingo, 17 de marzo de 2013

EL HELECHO Y EL BAMBÚ


Un día decidí darme por vencido… renuncié a mi trabajo, a mi relación, a mi vida. Fui al bosque para tener una última charla con Dios. -Dios, le dije. -¿Podrías darme una buena razón para no darme por vencido?

Su respuesta me sorprendió… -Mira a tu alrededor, Él dijo.

-¿Ves el helecho y el bambú? 
-Sí, respondí. 
-Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. Les di luz. Les di agua. El helecho rápidamente creció. Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla de bambú. Sin embargo no renuncié al bambú. En el segundo año el helecho creció más brillante y abundante y nuevamente, nada creció de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú. Dijo Él.'En el tercer año, aun nada brotó de la semilla de bambú. Pero no renuncié, me dijo. En el cuarto año, nuevamente, nada salió de la semilla de bambú. No renuncié, dijo. Luego en el quinto año un pequeño brote salió de la tierra. En comparación con el helecho era aparentemente muy pequeño e insignificante. Pero sólo 6 meses después el bambú creció a más de 100 pies de altura. 

Se había pasado cinco años echando raíces. Aquellas raíces que lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir... No le daría a ninguna de mis creaciones un reto que no pudiera sobrellevar. 

Desconozco su autor

viernes, 15 de marzo de 2013

LA MARIPOSA

Un hombre vivía con sus dos hijas inteligentes y curiosas. Las niñas siempre hacían muchas preguntas. Algunas de ellas el hombre sabia responderlas. Como pretendía ofrecerles mejor educación, envió a las niñas con un sabio que vivía en lo alto de la colina. El sabio les respondía siempre todas sus preguntas sin siquiera dudar. Impacientes, las niñas decidieron inventar una pregunta que él no supiera responder. Entonces, una de ellas apareció con una bella mariposa que usaría para engañar al sabio. "¿Qué vas a hacer?", le pregunto la hermana. "Voy a esconder la mariposa en mis manos y preguntarle al sabio si está viva o muerta; si dice que está muerta, abriré mis manos y la dejaré volar; si dice que está viva, la apretaré y la mataré, y así cualquiera que sea su respuesta será una respuesta equivocada". Así hicieron y cuando la niña le pregunto "Óigame Sabio, ¿está viva o muerta la mariposa?", él le respondió: DEPENDE DE TI, ¡ELLA ESTÁ EN TUS MANOS! 

Desconozco su autor

lunes, 4 de marzo de 2013

A LA CIMA - Daisaku Ikeda

Están los que llevan amuletos. Los que hacen promesas. Los que imploran mirando al cielo. Los que creen en supersticiones. Y están los que siguen corriendo cuando les tiemblan las piernas. Los que siguen jugando cuando se les acaba el aire. Los que siguen luchando cuando todo parece perdido. Como si cada vez fuera la última vez. Convencidos de que la vida misma es un desafío. Sufren, pero no se quejan. Porque saben que el dolor pasa. El sudor se seca. El cansancio termina. Pero hay algo que nunca desaparecerá: LA SATISFACCIÓN DE HABERLO LOGRADO. En sus cuerpos hay la misma cantidad de músculos. En sus venas corre la misma sangre. Lo que los hace diferentes es su espíritu. La determinación de alcanzar la cima. Una cima a la que no se llega superando a los demás, sino superándose a uno mismo...

Daisaku Ikeda

SUEÑOS SEMILLA - Jorge Bucay


En el silencio de mi reflexión percibo todo mi mundo interno como si fuera una semilla, de alguna manera pequeña e insignificante pero también pletórica de potencialidades. Y veo en sus entrañas el germen de un árbol magnífico, el árbol de mi propia vida en proceso de desarrollo.

En su pequeñez, cada semilla contiene el espíritu del árbol que será después. Cada semilla sabe cómo transformarse en árbol, cayendo en tierra fértil, absorbiendo los jugos que la alimentan, expandiendo las ramas y el follaje, llenándose de flores y de frutos, para poder dar lo que tienen que dar. Cada semilla sabe cómo llegar a ser árbol. Y tantas son las semillas como son los sueños secretos.

Dentro de nosotros, innumerables sueños esperan el tiempo de germinar, echar raíces y darse a luz, morir como semillas… para convertirse en árboles. Árboles magníficos y orgullosos que a su vez nos digan, en su solidez, que oigamos nuestra voz interior, que escuchemos la sabiduría de nuestros sueños semilla. Ellos, los sueños, indican el camino con símbolos y señales de toda clase, en cada hecho, en cada momento, entre las cosas y entre las personas, en los dolores y en los placeres, en los triunfos y en los fracasos. Lo soñado nos enseña, dormidos o despiertos, a vernos, a escucharnos, a darnos cuenta. Nos muestra el rumbo en presentimientos huidizos o en relámpagos de lucidez  cegadora.

Y así crecemos, nos desarrollamos,  evolucionamos…

Y un día, mientras transitamos este eterno presente que llamamos vida, las semillas de nuestros sueños se transformarán en árboles, y desplegarán sus ramas que, como alas gigantescas, cruzarán el cielo, uniendo en un solo trazo nuestro pasado y nuestro futuro. 

Nada hay que temer… una sabiduría interior las acompaña… porque cada semilla sabe… cómo llegar a ser árbol… 

Jorge Bucay

sábado, 2 de marzo de 2013

EXPERIMENTO WASHINGTON POST

Un hombre se sentó en una estación de metro en Washington DC y comenzó a tocar el violín, era una fría mañana de enero de 2007. Interpretó seis piezas de Bach durante unos 45 minutos. Durante ese tiempo, hora pico, se calcula que 1100 personas pasaron por la estación, la mayoría de ellas camino al trabajo. 

Tres minutos pasaron, y un hombre de mediana edad de dio cuenta de que había un músico tocando. Disminuyó el paso y se detuvo por unos segundos, y luego se apresuró a cumplir con su horario.  Un minuto más tarde, el violinista recibió su primer dólar de propina: una mujer arrojó el dinero en la caja y, sin parar, siguió caminando.  Unos minutos más tarde, alguien se apoyó contra la pared a escucharlo, pero el hombre miró su reloj y comenzó a caminar de nuevo. El que puso mayor atención fue un niño de 3 años. Su madre le apresuró y el niño siguió caminando, volviendo la cabeza todo el tiempo. Esta acción fue repetida por varios otros niños. Todos sus padres, sin excepción, los forzaron a seguir adelante. 

En los 45 minutos que el músico tocó, sólo siete personas se detuvieron y permanecieron por un tiempo. Cuando terminó de tocar y el silencio se hizo cargo, nadie se dio cuenta. Nadie aplaudió, ni hubo ningún reconocimiento. 

Nadie lo sabía, pero el violinista era Joshua Bell, uno de los músicos más talentosos del mundo. Estaba interpretando una de las piezas más complejas jamás escritas, en un violín por un valor de 3,5 millones de dólares. Dos días antes, Joshua Bell agotó un teatro en Boston. 
Este experimento fue organizado por The Washington Post como parte de un experimento social sobre la percepción, el gusto y las prioridades de la gente. Las líneas generales fueron los siguientes: En un entorno común a una hora inapropiada, ¿percibimos la belleza, nos detenemos a apreciarla, reconocemos el talento en un contexto inesperado? 
Una de las posibles conclusiones de esta experiencia podrían ser: Si no tenemos un momento para detenernos y escuchar a uno de los mejores músicos del mundo tocando la mejor música jamás escrita, ¿cuántas otras cosas nos estaremos perdiendo?

CACHORROS EN VENTA

Un buen día un campesino que tenía algunos cachorros que necesitaba vender, pintó un cartel para ponerlos en venta, lo martilló al costado de su garage y mientras daba con el último clavo, apareció un niño que le dijo: -Señor, yo quiero comprar uno de sus cachorros. El granjero, frotándose la frente, le contestó: -¡Mira que estos perritos valen mucho dinero eh! El muchachito bajó la cabeza por un momento y, buscando en su bolsillo, le dijo al campesino: -Tengo treinta y cinco centavos, ¿eso es suficiente para echar un vistazo? A lo que el hombre contestó: -Claro, pasa. Y dejando escapar un silbido, llamó a la madre y a los cachorritos.

Allí salió Dolly rodeada de cuatro de sus lindos cachorros juguetones. Al muchachito le brillaban los ojos mientras, pegado al alambrado, observaba a Dolly con sus crías. Cuando lo vieron, todos los perritos se acercaron al alambre intentando saltar y jugar con el niño que los miraba del otro lado. Pero el niño observó curioso que en la casita de los perros aún había movimiento, y vio cómo cojeando salía otro perrito aún más pequeño que los demás, intentando saltar y treparse al alambrado como sus hermanitos para jugar con el muchacho.

Al verlo, el niño dijo: -Quiero ese cachorro. Y el campesino le respondió: -Oye, tú en verdad no quieres ese cachorro, no corre nada bien y nunca podrá jugar y divertirse como los demás. Y el niño, levantándose una manga del pantalón y dejando entrever una pierna ortopédica, dijo: -Verá, señor, yo tampoco puedo correr muy bien, y ese cachorrito necesita alguien que lo entienda...

Desconozco su autor

"El mundo está lleno de personas que necesitan ser entendidas"